Aterrador. El relato del joven Gerardo Joaquín Ancieta, de 20 años, es incomprensible, indignante y deja en evidencia la discriminación y abandono que sufre por parte de las autoridades políticas y de salud, desde hace cuatro años.
Su vida tuvo un cambio rotundo a mediados de 2009, cuando fue apuñalado a la salida del boliche Reina Loba en la localidad de General Gemes, y tras ser derivado al hospital San Bernardo se le diagnosticó pólipo intestinal, por lo que fue intervenido quirúrgicamente de inmediato.
Sin embargo, tras la operación, su conducto membranoso sobresalió de la piel y quedó al aire. A partir de ese momento, la vida del joven corre peligro a cada segundo y, según explicó, ese fue el motivo de presentarse desesperado en la planta editorial de El Tribuno para que alguien se responsabilice de su angustiante situación.
“Estuve cerca de tres meses en el hospital, internado en grave estado. A esta capital llegué con 55 kilos y me fui con 37”, señaló.
“Después de la operación, volví a mi casa en General Gemes, pero antes de fin de 2009 regresé para que me volvieran a operar, porque tenía los intestinos colgando”, contó.
“No solo me trataron como a un perro que hacían dormir afuera, sino que además, en las curaciones, nadie quería tocarme ni hacerse cargo de mí. Estuve muy angustiado durante todo este tiempo porque sentí que los médicos del San Bernardo me discriminaron y abandonaron”, añadió.
Meses después del frustrado paso por el nosocomio local, Ancieta se hizo presente en la Fundación Azul -una entidad de beneficencia orientada básicamente a la familia policial-, en la que su presidente, Rodolfo Serrano, le brindó asistencia médica y lo alojó.
“Cuando fui a preguntar al hospital sobre su caso, los profesionales me dijeron que se declararon incompetentes y por eso pedí una derivación urgente hacia algún establecimiento de alta complejidad, pero nadie me llevó el apunte y ahora tendré que pedir de manera urgente una entrevista con algún responsable del Ministerio de Salud”, declaró Serrano.
El peligro está latente
El caso del joven Ancieta es de extrema gravedad y puede morir de un momento a otro. “Se me pueden infectar los intestinos o hundirse... y ahí si que no te cuento más mi historia”, ironizó.
“Afortunadamente, Serrano y la gente de la Fundación Azul me brindan la atención que pueden y en base a una dieta, me dan de almorzar y cenar”, agregó.
Al ser consultado por los alimentos que tiene permitido consumir, dijo: “Solo verduras y pollo hervido, en pedazos chicos y comiendo despacio”.
“Hoy no podría volver a vivir en mi casa (situada en el barrio Cooperativa Ruiz de los Llanos) porque somos muy humildes y mi mamá, Josefina Patrona, está desesperada y ya no sabe qué hacer”, agregó el joven.
“Solo quiero avisarle al gobernador Juan Manuel Urtubey que tengo muchas ganas de vivir y espero que él me haga "realidad la esperanza', porque hasta ahora a nadie parece importarle”.
Por su parte, Serrano comentó preocupado: “Estamos solicitando los trámites para que nos faciliten la historia clínica de Gerardo y así poder enviarla a los centros más destacados del país. Espero que no sea demasiado tarde”.