Un policía que ahora revista en una dependencia de la zona oeste de la ciudad, identificado como Raúl Q., sorprendió en los últimos días con una denuncia que dejó atónitos a varios jefes policiales, como así también causó varios comentarios jocosos.
El policía denunció a un compañero, en ese entonces cabo primero, porque le mordió una de las nalgas durante una fiesta de “Bienvenida” que le hicieron a una semana de llegar destinado a la base principal de la Guardia de Infantería.
Según la denuncia, el policía contó que a los siete que llegaron a esa dependencia policial, caracterizada por la virilidad de sus integrantes, los compañeros lo sorprendieron con una fiesta de recibimiento.
Relató que en un comienzo no se alteró, pues se trata de una costumbre que sucede en este tipo de dependencia, donde los más viejos prueban al recién llegado.
Explicó que primero lo redujeron, lo esposaron y le bajaron los pantalones, dejándolo como vino al mundo. Acto seguido, lo cubrieron con una manta y le arrojaron gas pimienta en el rostro, con lo cual suele probar a los que llegan a esa dependencia, acostumbrada a lidiar en manifestaciones callejeras.
Enseguida, agregó el denunciante, sus compañeros, en medio de burlas y risas, comenzaron a darle de cachetazos en los glúteos. Hasta ahí, Raúl no se mostró más que un poco fastidiado, aunque nada hizo para impedir que hostigamiento.
Eso fue hasta que de pronto, y de la misma manera que lo sufrió Giorgio Chiellini, el jugador italiano mordido por el uruguayo, Luis Suárez, en el reciente mundial de Brasil 2014, sintió una feroz mordida en una de sus nalgas, dolor que inmediatamente lo hizo reaccionar debido a que el “tarrascón” recibido el causó una lesión.
Tras la feroz mordida, la fiesta menguó y después de unos minutos, al ver que el recién llegado se quejaba por la lastimadura sufrida en una de sus pompas, sus compañeros dieron por terminada la tortura.
Una vez libre, el cabo se marchó mascando bronca, valga la paradoja, por la mordida que quedó marcada en uno de sus glúteos.
“Esa colita es mía”
Con el correr de los días, el denunciante comenzó a ser objeto de bromas y ver como sus compañeros se reían a su paso hasta que finalmente, le informaron quién había sido el autor de semejante mordida.
A sabiendas de su agresor, el cabo prefirió en ese momento no hacer la denuncia para no perjudicar al resto de sus compañeros, por lo que decidió cargar con la vergüenza y humillación sufrida.
Posteriormente, como al quinto día de aquella fiesta de recibimiento, el denunciante no aguantó más y encaró al cabo que lo mordió, a quien le reclamó por su ferocidad.
Ante el reclamo, el agresor, a quien el denunciante identificó con el apellido G., se mofó de su acción a la vez que le dijo, en tono amenazante, lo siguiente: "aquí varias colitas son mías, yo soy el macho alfa, que me podes hacer vos, no te da el cuero para hacerme cag..."
Humillado en su orgullo y dolido por la mordida recibida unos días antes, el cabo se marchó sin hacer la denuncia hasta un tiempo después, cuando se percató de que ese era el único camino para proteger a otras víctimas de este mordedor serial de nalgas que se desempeña nada menos que en la Guardia de Infantería, una de las dependencias policiales con mayor impronta, tanto en la institución como en la población.
La denuncia de este policía despertó preocupación en la institución policial, sobre todo en el departamento de asistencia psicológica.
Al respecto, según pudo saberse, las autoridades ya cuentan con un informe médico reportado por la psicóloga Susana Bravo, quien atendió al policía denunciante debido a los episodios de estrés sufridos al poco tiempo de sufrir este inaudito hecho. La existencia y andanzas de este infante adicto a morder traseros ajenos, causó gran expectativa, pues todos dan por hecho que habría otras víctimas de este mordedor serial, tal como surge de lo denunciado por este cabo que pasó por esa base.
La investigación de este inusual caso ya se encuentra en la órbita de la Fiscalía de Causas Policiales y Penitenciaria, donde el hecho también generó una gran sorpresa, pues algunos prevén que para poder determinar el alcance de las dentadura de este policía deberán someter a los integrantes de esta dependencia a minuciosos exámenes médicos a fin de verificar en sus glúteos rastros de este practicante del canibalismo sexual, un trastorno mental que amenaza a los policías recién llegados a la base principal de Infantería.
El caso, más allá de las características descriptas por el denunciante, ha puesto de manifiesto la humillación y crueldad puesta de manifiesto en estas fiestas de “Bienvenida”.
Fuente: La Voz de Salta