Una riña de gallos de carácter interprovincial fue desbaratada el domingo por personal de la Brigada de Investigaciones de General Güemes. El reñidero clandestino se emplazó en galpones alquilados especialmente para el evento, ubicados en una finca cercana al paraje Aguas Calientes. Allí un centenar de personas se hallaban apostando grandes sumas de dinero sobre el desempeño de unas 30 aves de pelea, cuando irrumpió la Policía. Once personas se declararon responsables del encuentro y, por orden del fiscal de General Güemes, recuperaron su libertad inmediatamente.
Cerca de las 19, efectivos de la Brigada de Investigaciones 7 llegaron al lugar y encontraron en las afueras de los galpones medio centenar de vehículos, algunos de alta gama.
Adentro, casi un centenar de personas se hallaban alrededor de cuatro reñideros en los que peleaban varios animales.
Informada, la Fiscalía Penal de General Güemes dispuso el secuestro de todas las aves y los elementos probatorios, la identificación simple de los sospechosos y su inmediata libertad. La Policía secuestró apósitos, gasas y algodones con manchas de sangre, animales malheridos, además de una balanza e instrumentos para el corte de espolones de los gallos.
Sin embargo, el dinero de las apuestas no fue confiscado porque el recaudador del evento habría desaparecido cuando llegó la Policía.
Una fuente de la investigación deslizó a El Tribuno que la apuesta mínima para ingresar en la “conversación” era de 2.000 pesos y cada reñidero, al momento del secuestro, tenía un pozo de más de 10.000 pesos.
La identidad de los presentes, gente muy conocida -dijo la fuente-, fue resguardada ayer bajo siete llaves.
Una costumbre colonial
Las riñas de gallos son muy antiguas, como la taba o las corridas de toros. Esta costumbre llegó desde Europa durante la Conquista y prosperó hasta que la evolución de las costumbres, las leyes de protección de animales y las disposiciones contra los juegos de apuestas comenzaron a desplazarla. Cuando estos eventos eran populares, en Buenos Aires se llegó a pedir habilitar reñideros para pardos y gente baja, para evitar discusiones con los “señores” de entonces.
Los aficionados, en secreto absoluto
Mientras la gente humilde del Valle de Siancas asistía en Campo Santo al “Milagrito”, adonde fue dirigido el grueso del personal policial del departamento; en Aguas Calientes, en un galpón alquilado a la familia Ortega, se celebraba un encuentro de sangre y apuesta a través de una multitudinaria riña clandestina. “Estas riñas millonarias van cambiando de escenario, es decir hay un sistema muy aceitado, por ejemplo la próxima tendría lugar en Las Lajitas”, dijo un investigador. “El referente o nexo es un tal Cristian Farfán, de Salta, pero detrás de esto hay gente importante”, aseguró.
La policía no quiso brindar los nombres de los 11 detenidos, ni de los asistentes -todos apellidos importantes-, la mayoría de Salta capital.
La Brigada ingresó primero con algunos efectivos camuflados como apostadores. El guardia de la entrada solicitaba la portación de al menos 5.000 pesos por persona.
Había en el lugar más de 100 gallos en jaulas, algunos moribundos tras haber peleado.
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