La industria azucarera en el corazón del Valle de Siancas dio origen a la fundación del pueblo de Campo Santo.
Durante un acto llevado a cabo en la parroquia Nuestra Señora de la Candelaria en la localidad de Campo Santo, autoridades municipales y del ingenio azucarero depositaron ofrendas florales en el lugar donde descansan los restos mortales del Coronel Don Adrián Fernández Cornejo.
El coronel de milicias Juan Adrián Fernández Cornejo y Rendón, nació en Locumba, Perú, el 12 de marzo de 1738, de muy joven se arraigó en Salta e introdujo la caña de azúcar cuando fundó el primer ingenio azucarero en el actual municipio de Campo Santo, llamado antiguamente como Valle de Siancas. Cornejo obtuvo estas tierras por merced real y las llamó La Viña, porque allí se consagró también al cultivo de la vid. Según consta en antiguos documentos, sus tierras estaban delimitadas de la siguiente manera, “al sur por el río Siancas; por el norte, El Potrero del Paraíso; por el naciente, el camino real que pasa por Cobos, línea recta hasta El Bordo; por el poniente hasta el camino que viene de Las Lanzas a cuatro cuadras más arriba sobre otro Bordo”.
Desde 1760
El ingenio San Isidro comenzó a funcionar en el año 1760, lleva 253 años en la producción de azúcar y debido a la gran cantidad de mano de obra que requería para su funcionamiento dio nacimiento a un poblado que luego se conoció como Campo Santo, de allí la importancia de recordar al impulsor de esta actividad industrial.
Desde mitad de año, la plaza central camposanteña lleva el nombre de Coronel Juan Adrián Cornejo, en reemplazo de Bernardino Rivadavia, una figura controvertida de nuestra historia, que nunca quiso integrar el interior, con acciones radicalmente centralistas.
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