Fideo celebra hoy por segunda vez como papá justo cuando la Argentina debuto ante Bosnia en el Mundia Brasil 2.014; hace un año y dos meses, había sólo 30 por ciento de posibilidades que la pequeña Mía sobreviviera; hoy, todo cambió.
Son las 12 de la noche en Madrid. Angel Di María junto a su mujer Jorgelina Cardoso vuelven destruidos del hospital Montepríncipe. Están vacíos de alma y cuerpo en el auto rumbo a casa. Acaban de decirle buenas noches a su pequeña hija Mía, quien está internada hace días tras nacer por cesárea con sólo seis meses de gestación el 22 de abril de 2013. Desde ese día y por dos meses, hasta que el 13 de junio le dieron el alta, Angelito y su esposa visitaron todos los días a la beba, quien entre cables y problemas luchaba por su vida.
Anteayer se cumplió un año de ese 13 de junio inolvidable en la vida de Angelito. Encima el destino quiso que ese mismo día falleciera Germán, el padre de Jorgelina. Hoy, el Fideo seguramente mirará al cielo cuando entone el himno argentino en el Maracaná y pensará en Mía y en todo lo que luchó en este último tiempo. Di María está a horas de empezar a jugar su segundo Mundial y justo en el Día del Padre, el segundo que vivirá al lado de Mía.
"Mi hija me enseñó que todo se puede, a saber que lo más difícil a veces se puede convertir en algo fácil, en que el esfuerzo de uno puede tener recompensa, me enseñó a saber sufrir y a saber aguantar el dolor, a ser más fuerte. Todo esto que me transmitió me ayudó a hacer un año espectacular. Se lo debo a ella y a mi mujer, que son las que siempre están a mi lado y siempre apuestan por mí", le contaba Di María al diario Marca, días después de consagrarse campeón de la Champions League con Real Madrid y con él como la gran figura de la goleada en el alargue ante Atlético Madrid.
"No fue fácil, pero había que luchar para seguir adelante. Pasamos allí más de dos meses, siempre estábamos con los mismos padres, el dolor te une ahí adentro, te hace más fuerte, y tuvimos muy buena relación con todos los papás que tenían bebés ahí dentro. Mi mujer sigue hablando con ellos también en un grupo de whatsapp. Hablan, se mandan fotos de todos los bebés, hicimos una gran amistad", recuerda Di María. Cuando hace casi dos meses Mía cumplió un año, decidieron invitar a los otros niños que por entonces estuvieron internados en el hospital luchando codo a codo para vivir.