Tradicionalmente en muchos pueblos y culturas del mundo, en estos días las familias recuerdan a sus muertos. De esta manera, hoy es Halloween, el Día de las Brujas, y el domingo se festejará el Día de los Fieles Difuntos. El primero tiene sus raíces en costumbres nórdicas y desde los Estados Unidos se ha popularizado en el mundo. Actualmente puede verse a niños de Salta buscando dulces en las casas de los vecinos mientras deambulan vestidos para asustar y más de un grupo de amigos se dan cita para compartir esta noche con diferentes platos relacionados con Halloween.
El Día de los Fieles Difuntos tiene raíces paganas, pero la Iglesia lo ha tomado dentro de su tradición. En nuestra región se trata de una de las festividades populares que más hondo cala en los pueblos, ya que es una oportunidad para volver a "compartir" con los seres queridos que han muerto. La forma de compartir que han cultivado los pueblos del NOA, se basa casi exclusivamente en un intercambio gastronómico entre los familiares y el difunto que se recuerda. Así se ha creado una cocina especial que se elabora únicamente para estos días. Se trata de una forma ritual de cocinar que sin dudas es interesante para cualquier seguidor de las comidas tradicionales de nuestra región. Una cocina casi religiosa en su concepción y en su destino, ya que sus sabores están destinados al más allá.
Brujas y golosas
En la versión antigua de la celebración de Halloween no se comía carne; por ello los platos asociados a esta fecha suelen ser dulces o ricos en carbohidratos. Uno de los de mayor arraigo, según el libro "Historia de la comida irlandesa tradicional" (B. Mahon) era el colcannon, un plato irlandés de orígenes muy humildes elaborado con repollo, puré de papas, mantequilla, sal y pimienta. Otro favorito eran las panquecas boxty, hechas con papas ralladas crudas, tamizadas y mezcladas con polvo de hornear, sal, leche y huevos, con un toque de azúcar espolvoreado al final. También el barm brack, un pan con pasas y levaduras, que a modo de broma de adivinación se horneaba con un guisante, un palo, un trozo de tela, una moneda y un anillo.
Las manzanas acarameladas y horneadas, las nueces y los frutos secos forman parte de la lista de bocadillos de Halloween. Una tradición decía que si una muchacha comía una manzana a la medianoche mirándose al espejo mientras se peinaba descubriría a su futuro esposo. En el caso de las nueces, se podían tostar dos, cada una por un pretendiente. La que se cocinara uniformemente representaba a un hombre fiel, y la que explotara en el calor, a alguien de poco fiar. Aunque el vegetal más asociado a Halloween es la calabaza, rara vez se come, excepto en forma de tarta. Su uso es mayormente decorativo.
Los panes de los muertos
El Tribuno entrevistó a Francisca Ortuño Vargas y su familia, quien contó que, según la tradición salteña, se amasan hoy tres kilos de harina, a los que se le agrega agua -uno o dos litros- que se hace hervir con canela y azúcar. "El agua debe estar tibia, tirando a fría, para que la masa no se queme. Después hay que agregar la grasa derretida e ir amasando. Luego hay que dejarla descansar un rato hasta que la masa leude. Luego está lista para hacer los muñecos", señaló Francisca. Todo se pondrá en el horno de barro que ardió toda la tarde. Al día siguiente se dirigirán hacia la tumba de su ser más querido y allí tenderán un mantel negro sobre el que se pondrán los panes, caramelos, flores y otras ofrendas. Para el caso de los difuntos recientes, los "muñequitos" representándolos serán más grandes. También se les dedicará un altar especial. A esos difuntos se les pone una escalera de pan que los ayudará a subir al cielo. Recién al mediodía del día siguiente, el 2, la familia volverá y se repartirán las ofrendas que el finado dona mansamente a sus seres queridos.
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