Según el testimonio de Agustín, vino del interior de la provincia hacia la Capital a buscar mejores horizontes. Llegó a Salta cuando tenía 13 años, dormía en la terminal, lugar donde obtuvo a sus primeros clientes.
Hoy tiene 42 años y mantiene alejado ese perfil de su vida. “Por necesidad traté de brindar ese servicio, desde los 13 hasta los 39, 40 años. Yo trabajaba en la construcción y a la noche me ponía en pinta y salía por las confiterías, el parque San Martín, la “zona roja”, y siempre están los clientes que vienen, te hablan, te preguntan, empresarios, políticos, periodistas”, contó Agustín.
Como “taxi boy” tuvo mucho éxito tanto con hombres como con mujeres. Agustín contó que durante el período que se dedicó a la prostitución debe haber estado con más de mil hombres. Señaló que en muchos lugares, el color de la piel también vende, ya que en la mayoría de los casos, las personas de tez blanca prefieren mantener relaciones con hombres morochos.
“En aquella época pagaba alquiler y comía, después me hice la casa con eso. Me pasaron muchas cosas feas como a mucha gente que hace trabajos sexuales”, cuenta Agustín. En cuanto a los riesgos de contraer diversas enfermedades, expresó que “siempre tuve miedo por el tema de las enfermedades de transmisión sexual, todos los años me hice el test del Sida porque habían clientes que a veces te exigían que no uses el preservativo”.
Como se puede ver, la prostitución, no es patrimonio exclusivo de las mujeres, aunque de ellos, se hable poco.