Las mujeres de San Juan al 2330 y la familia de Oscar renovaron su compromiso de fe con los peregrinos.
Las historias que se descubren al costado del camino se multiplican, se trata de las historias de los caminantes del Señor y la Virgen del Milagro.
Este es el cuarto año que las familias de la San Juan al 2300 se organizan para llevar algo de ayuda a los peregrinos que vienen llegando a Salta, todos los 13 de septiembre, por la autopista de acceso a Salta.
Se suman a ellos la familia de Oscar, un hombre que ya es famoso por curar los pies de los caminantes.
Agua, bananas, sandwiches, golosinas y un deseo de ánimo se repartieron en el campamento ubicado a la altura de la entrada a la Quebrada de la Orqueta.
Allí, al costado de la ruta, se cruzan muchas historias. Como la de Bety Villarroel, quien llegaba desde Aguaray en su bicicleta que tiene un carrito lleno de promesas hechas por su hijo. Con 57 años relucientes, recorre desde hace 7 años los 389 km que hay de distancia. "En el camino vamos conociendo a gente maravillosa con quienes nos encontramos todos los años. Todos tienen un dicho que dice que quien ayuda a los peregrinos tiene 100 años de perdón", dijo Bety.
Desde lejos se la vio venir a Iris Mendoza y por su paso lento fue merecedora de las caricias de Oscar. Ella salió el sábado desde Río Piedras y se retrasó del grupo el cuarto día.
"Yo tuve a mi hijo César que nació discapacitado con problemas en su cadera. Los médicos me dijeron que no iba a caminar. Entonces yo le dije a mi marido que me iba a venir a Salta a pedir por él. El 16 de diciembre del año pasado mi hijo pudo caminar", dijo emocionada y con lágrimas.
Sobre la banquina se puede ver mejor. Sobre todo a Martín Brito y Santiago Girón, los dos de 13 años, que caminaban juntos a la par.
Niños, menudos y dispersos entre la multitud; pertenecen a la Escuela Técnica 3.133 de Metán. Santiago camina por su abuela y Martín pide por su familia; aunque los dos sostienen que caminan por un mundo mejor.
Más atrás viene Edgar Erazo con una cruz de más de un metro. Por detrás lo siguen al menos 200 personas que vienen cantando y saltando desde Tartagal. Tiene 54 años y va al frente. "Debemos demostrarle a los más chicos que el sacrificio es el mejor camino para encontrar lo que buscamos", dijo Edgar.
Hasta pasado el mediodía estuvieron asistiendo a peregrinos. También ayudó Susana González; es el segundo año que llega para ayudar las nanas de los pies, acompañada de su nieto Agustín.
Fuente El Tribuno de Salta