Este es un homenaje a uno de los personajes más pintorescos de la ciudad, que tiene un rico anecdotario desde que empezó a trabajar cuando tenía 7 años.
Ambrosio Ortiz está próximo a cumplir 70 años de edad, desde los 7 años se dedica a lustrar zapatos en la ciudad de General Güemes. De familia Ferroviaria, es el tercero de cinco hermanos, su carrera como estudiante fue muy corta, solo hizo hasta el segundo grado. "Repetí varias veces el segundo y el tercero no lo pude terminar, pero con eso bastó para aprender a leer y escribir", contó el Turu, quien se ha transformado en un querido personaje de la comunidad güemense.
Desde que tomó por primera vez un cajón de manzanas con precarias herramientas para lustrar zapatos, supo que nunca dejaría ese oficio: "Eso me permitía ganar algunos centavos y disfrutar de la calle, ella me enseñó todo lo que sé, fui escuchando las distintas historias de la gente, y a los 16 comencé a escribir, lo hacía para mí para que no se pierda lo que vivía, después lo compartía con algunas personas quienes me corregían los errores, me daban algunos consejos, mientras lustraba zapatos".
Su cajoncito de lustra además de tintura, pomadas y cepillos, siempre guarda un cuaderno y una lapicera: "Nunca sabía cuándo me vendría alguna cosa linda para escribir, por eso siempre estoy preparado, soy muy observador, cuando tengo un descanso disfruto de lo que me rodea".
Con cientos de poemas escritos, con una escritura sencilla que se adapta a los recitados y a los acordes de alguna zamba, participa de cuanto evento cultural se realice.
En una oportunidad en la que el Chaqueño Palavecino se encontraba participando del programa Show Mach, le envió un saludo que lo llenó de orgullo: "Con el Chaqueño compartimos algunos momentos importantes, pero me sorprendió que me saludara desde Buenos Aires", recordó el Turu.
Además de lustrar zapatos y escribir poemas, tiene una tercera pasión y es el juego de ajedrez: "El ajedrez me dio hermosos momentos, antes se jugaba mucho, ahora cuesta encontrar persona que le dediquen tiempo, solíamos jugar en las confiterías, eso ya se perdió, sin embargo todavía me enredo en algunas partidas".
Afectado por la diabetes, ya no puede caminar tanto como antes pero no deja de salir a la calle. "Si dejo de lustrar me debo quedar en la casa y eso me va a enfermar peor, por esa razón todavía salgo con mi cajoncito, me amputaron dos dedos del pie, pero no me impide caminar, mi vida sigue estando en la calle", afirmó el Turu, quien tuvo amores pero nunca se casó ni tuvo descendencia.
En la infancia del Turu, chicos lustrabotas había muchos, pero fueron desapareciendo. Quedan solo dos en todo el municipio. "Mi amigo René González, el Mudo como le decimos, tiene mi misma edad y sigue lustrando. Comenzó también de chico, a los 12 años. Estamos llenos de recuerdos que nos dejó esta grata profesión", finalizó Ambrosio Ortiz.
Sergio Tapia para El Tribuno Digital - Diario El Tribuno Salta