Es el país con más católicos del mundo, pero la cifra está en franca pendiente. El viaje busca reponteciar al catolicismo ahí y en el resto del mundo. Estará una semana y su principal vínculo será con los jóvenes.
ROMA Y RIO DE JANEIRO. ENVIADO ESPECIAL - 22/07/13
En medio de un gran operativo de seguridad tras las protestas de las últimas semanas por la deuda social del país y el deseo del pontífice argentino de estar cerca de la gente, el Papa Francisco está a minutos de llegar a Brasil, el país con más católicos del mundo: 123 millones.
Su gran objetivo es revitalizar el catolicismo en el país, en franca pendiente,pero también de potenciarlo en todo el mundo, sobre todo entre los jóvenes, los más esquivos a abrazar la fe, principales destinatarios de sus mensajes en esta gira ya que, fundamentalmente, presidirá en Río de Janeiro una nueva edición de la Jornada Mundial de la Juventud. Pero también se descuenta que, en línea con los reclamos de los manifestantes brasileños, Francisco advertirá en alguno de los 17 discursos que pronunciará durante su estadía acerca de las diferencias sociales en la región, la más desigual del planeta, y la extendida corrupción, problemáticas a las que se viene refiriendo con insistencia desde que asumió su pontificado, en marzo pasado. Y que vienen definiendo un claro acento social de su papado.
El propio presidente del Episcopado brasileño, monseñor Raymundo Damasceno Assis, en un artículo que publicó ayer el diario Folha, de San Pablo, dice que las multitudinarias protestas de las últimas semanas “no pasarán inadvertidas” para el Papa. Damasceno Assis, arzobispo de Aparecida, el principal santuario dedicado a la Virgen de Brasil, que Francisco visitará el miércoles, señala que los miles de jóvenes que intervinieron en las protestas “demostraron indignación ante estructuras de poder y acciones de gobierno que hieren la vida y no respetan la dignidad humana”, y que “no se dejaron contaminar por la cultura del bienestar que lleva a la indiferencia frente a los demás”. Y completó: “No queremos una juventud alienada e indiferente”. Recordó que el Papa denunció la “globalización de la indiferencia” durante su reciente visita a la isla de Lampedusa para encontrarse con los inmigrantes africanos, lo que a juicio de Damasceno Assis muestra los nuevos aires de preocupación social de la Iglesia.
Francisco partió a las 8.55 hora local -3.55 en Argentina- del aeropuerto de Fiumicino en un Airbus A330 y tiene previsto arribar a Río a las 16, donde lo recibirá la presidenta Dilma Rousseff. De allí se trasladará en automóvil blindado a la catedral de San Sebastían. En un cambio de última hora, decidió abordar allí un jeep descapotable para recorrer algunas calles de la ciudad y saludar a la gente sin la interferencia de vidrios antibala (para espanto de los responsables de la seguridad). Su decisión se interpreta como el deseo de encontrarse antes con el pueblo que con las autoridades, ya que -previa escala en el Teatro Municipal donde volverá a abordar el auto blindado- luego irá a la residencia de Guanabara, sede de la gobernación carioca, en visita de cortesía a Rousseff.
El martes será un día de descanso para el Papa, sin actividad oficial, tras el largo viaje de más de 11 horas desde la capital italiana.
El miércoles a la mañana, Francisco viajará al santuario de Nuestra Señora de Aparecida, patrona de los brasileños, distante unos 170 km de San Pablo, que visitan anualmente millones de fieles. En la impresionante basílica oficiará una misa que será seguida desde fuera por decenas de miles de fieles y rezará ante la estatuilla de la Virgen. Tras el almuerzo, regresara a Río donde, a las 18.30 visitará el hospital San Francisco de Asís para encontrarse con jóvenes que se recuperan de su adicción a las drogas, un servicio nuevo del nosocomio. El superintendente del hospital, el padre Francisco Beloti, le atribuyó gran significación al encuentro porque “así como antes los grandes excluidos eran los leprosos, hoy lo son los adictos al paco”.
Al día siguiente, a la mañana, Francisco bendecirá la bandera de los Juegos Olímpicos, que se harán en Río en 2016. Luego visitará la favela de Varginha, que era hasta hace unos meses, antes de ser liberada de la acción del narcotráfico, una de las más peligrosas de la ciudad. Por la noche, en Copacabana dará la bienvenida a los jóvenes que participarán de la Jornada Mundial de la Juventud, que se estima sumarán un millón y medio llegados de 170 países, entre ellos más de 40 mil de Argentina. El viernes, por la mañana, el Papa confesará a tres muchachos y dos chicas en el paseo de Boa Vista. Luego, se encontrará con presos de corta edad y almorzará con doce jóvenes de diversas nacionalidades en el palacio arzobispal. A las 18, participará del Vía Crucis que se oficiará en el majestuoso marco de Copacabana.
El sábado, Francisco oficiará misa en la catedral de Río, se encontrará con la clase dirigente brasileña en el Teatro Municipal y, por la noche, encabezará la Vigilia en el “Campus Fidei”, en Guaratiba, a 60 km. de río. El domingo allí presidirá la gran misa por la Jornada de la Juventud, que contaría con la presencia de mandatarios de la región, entre ellos Cristina Kirchner. En esas ocasiones, se esperan dos millones de personas. A las 19, partirá de regreso a Roma.
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