Hábitos. “A esta edad, se necesitan entre nueve y nueve horas y media de descanso. Hoy, la población en general duerme dos horas menos que hace cincuenta años y los adolescentes apenas siete”, describe Daniel Vigo, médico e investigador de la UBA y el Conicet. Vigo es uno de los autores de un trabajo publicado en el Journal of Clinical Sleep Medicine, que analizó hábitos de descanso en 1.200 adolescentes de escuelas públicas de la Ciudad de Buenos Aires. La investigación reveló que, en promedio, los jóvenes argentinos duermen poco más de siete horas por noche y que las siestas, de haberlas, apenas alcanzan la hora diaria. También en EE.UU., la encuesta de la National Sleep Foundation demostró que más de la mitad de los chicos de 15 a 17 años duerme apenas siete horas diarias.
Para Vigo, el uso de tecnología por la noche incide sobre el tiempo y la calidad del sueño. “Además, la intensidad y el tipo de luz hacen que las señales que el cuerpo necesita para dormir aparezcan más tarde. También juega la euforia que muchos jóvenes experimentan por el encuentro digital con amigos y el hecho de que los adolescentes biológicamente tienden a irse a dormir tarde. Si le sumamos el horario de entrada a la escuela, es un cóctel muy poco saludable”, describe el especialista.
Por su parte, Marcela Czarny, presidenta de la organización Chicos.net, concuerda en que las pantallas y mensajes amenazan el descanso de los adolescentes. Pero para la especialista no es “culpa” de estos dispositivos electrónicos sino de “una sociedad hiperconectada e hiperestimulada en donde, si no estás en Facebook, no existís”.
Los padres preocupados están exigiéndoles a los chicos que dejen todos los dispositivos fuera de la habitación. “No sé si hay que evitarlos, pero sí tratar de que, así como cuando comemos no se debe mirar televisión ni hablar por teléfono, tampoco se debe llevar dispositivos a la cama”, recomienda Czarny. La experta reconoce que hoy es más fácil transgredir las reglas explícitas o implícitas porque, al haber dispositivos móviles, la posibilidad de que esté debajo de las sábanas es muy alta. “El tema es que el celular es todo: lo tengo en la cama porque también es despertador, porque me duermo con música, por si suena la alarma. Como siempre, lo importante es conversar e intentar negociar con los chicos”.
Desvelados y conectados. Con quedarse despiertos no alcanza. Los chicos quieren contarles a sus amigos y contactos su “hazaña”. Para hacerlo, se sacan fotos y las suben a la red de imágenes Instagram. Las chicas a veces quieren mostrarse “sexies”, con todo el peligro que puede generar que esas fotos circulen. “Prohibir no es buena idea, pero sí hablar con los chicos de los riesgos”, aconseja Czarny. Utilizan hashtags como #breakingnight, #notsleepingatall and #vamping. En español los términos más usados son #desvelados o #insomnio. También arman listas con su música favorita de redes como Spotify o Grooveshark y las tuitean, o comentan publicaciones de Facebook. Lo que importa es mostrar su presencia nocturna y encontrar cómplices en la trasnochada. Todo en busca de que quede claro que ellos también son “vampiros conectados”.