Desvalijaron la capilla de del barrio Los Olivos. Se llevaron hasta la última moneda de la limosna de los últimos dos meses.
Delincuentes desvalijaron la capilla de San Cayetano, del barrio Los Olivos, en General Güemes. Se llevaron hasta la última moneda de la limosna que destinaron los fieles para solventar los gastos que conlleva mantener abierto el templo y el dictado de la catequesis.
El sacerdote Angel Casimiro dijo a El Tribuno que no puede estimar una cifra precisa del dinero robado, pero “debió ser un monto importante, porque habían pasado alrededor de dos meses que no se abría la alcancía”. Según recaudaciones anteriores, la cifra rondaría los $1.200 a $1.500.
Manifestó, además, que todavía no realizó la denuncia policial, porque se encuentra recolectando pruebas para facilitar el accionar de la Justicia y dar con el o los responsables del repudiable hecho.
La alcancía violentada es una caja de madera que se encontraba ubicada a los pies de la imagen de San Cayetano, donde la gente va a rendir culto al patrono de los trabajadores.
El religioso sospecha que el atraco pudo producirse el miércoles, día en que se celebró misa. “Al oficio religioso concurre muchísima gente. Lo que nos llamó la atención es haber encontrado una ventana abierta por donde el delincuente pudo haber ingresado. Seguramente la dejó así durante la misa, para luego de cerrado el templo entrar por allí”, contó Casimiro.
“No nos sorprende”
Al ser consultado sobre esta situación, el cura párroco aseguró: “Lamentablemente este tipo de situaciones ya no nos toma por sorpresa, puesto que son más frecuentes de lo que la gente cree. Ya no hay respeto”. Agregó que, sin ir más lejos, hace un tiempo atrás también les robaron un equipo de sonido. “Habrá que tomar aún más recaudos”, sentenció el párroco.
Los Olivos es uno de los barrios más antiguos de la ciudad. Está ubicado en la Banda Oeste y se encuentra densamente poblado.
Allí, la iglesia local lleva adelante una profunda tarea social a fin de alejar a los niños y los jóvenes de los peligros de la calle y de los vicios, como la drogadicción y el alcoholismo. Sin embargo, al igual que otros templos de la zona, la pequeña parroquia es objeto del accionar delictivo de gente inescrupulosa.
“Sentimos mucho esta pérdida, porque estábamos construyendo nuevas bancas para la iglesia y, además, con las recaudaciones de las limosnas se pagan la luz, el agua y el funcionamiento general de la parroquia”, concluyó el sacerdote.