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DOLOR: Murió Nélson Mandela, el símbolo de la lucha contra el racismo y la exclusión



SUDÁFRICA.- El expresidente sudafricano, premio Nobel de Paz en 1993,Nelson Mandelamurió hoy a los 95 años de edad luego de una larga enfermedad que lo mantenía en reposo desde hace poco más de cinco meses.

La información se confirmó oficialmente hace unos minutos y llegaron las condolencias desde disntintas partes del mundo para su familia y su país.

Mandela acabó con el apartheid en los 90, tras 67 años de lucha contra un movimiento de segregación racial impuesto por los ‘afrikaners’, descendientes de británicos y holandeses residentes en Sudáfrica, contra los afrodescendientes, indios y mestizos.

Vivió en la clandestinidad durante cuatro años, desde 1960, cuando fue comandante en jefe del movimiento armado del Congreso Nacional Africano (CNA), Umkhonto we Sizwe (‘Punta de lanza de la Nación’). En 1964 fue arrestado y condenado a cadena perpetua por sabotaje y conspiración y enviado a la cárcel de Robben Island, en donde, según sus propias palabras, experimentó los “años más oscuros de su vida”.

Mandela fue el prisionero número 466/64 de esta cárcel –es decir, el prisionero número 466 de 1964–, que fue utilizada como lugar de reclusión para los presos políticos del apartheid. La única vista de su celda, en la que pasó 18 años de encarcelamiento, fueron los barrotes de las ventanas. Las visitas estaban prohibidas y el tiempo que tenían al aire libre lo pasaban picando piedra. 

Según cuentan los guías turísticos de esta prisión, hoy convertida en museo y que a principios del siglo XIX sirvió como asilo para personas con problemas mentales, Mandela nunca soportó los ‘flashes’ de las cámaras como consecuencia de la constante exposición a los rayos solares mientras hacía trabajo forzado.

En su celda se dedicaba a escribir y a enviar cartas a su familia, escritos que la guardia penitenciaria impidió que salieran de la isla. En Robben Island entendió que el apartheid estaba presente en todo el territorio sudafricano, incluso en la cárcel: los afrodescendientes no tenían acceso a medias ni zapatos.

Pese a las extenuantes jornadas de trabajos forzados y al trato humillante, el líder sudafricano, cuya leyenda se iba forjando mientras continuaba recluido, entabló una relación basada en el respeto con los guardias de Robben Island. Incluso, con algunos compartió conocimientos políticos.

Una media noche de marzo de 1982, el coronel Aucamp, encargado de la seguridad de la prisión, le susurró una buena noticia: “Lo vamos a llevar a un lugar donde tenga su libertad. Tendrá más espacio para moverse, verá el océano y el cielo, no solo paredes grises”.

Junto a otros seis prisioneros políticos, Mandela tuvo 15 minutos para recoger sus cosas y ser trasladado a la cárcel de Pollsmoor. Mientras eran llevados a su nuevo lugar de reclusión, los reclusos cantaban y comían sánduches y bebidas frías. En ese momento supieron que sus días en prisión estaban contados, según escribió el líder sudafricano en ‘El largo camino hacia la libertad’ (1995).

“La demanda que busca su libertad es muy fuerte. En uno o dos años ustedes serán libres y serán héroes nacionales”, les dijo el teniente Van Wyck, quien los acompañaba en la camioneta de traslado.

Durante su encierro en Pollsmoor, el gobierno sudafricano inició conversaciones con el CNA luego de masivas protestas contra el régimen. Para entonces, Mandela rechazó la propuesta del presidente Pieter Willem Botha de liberarlo si renunciaba a la violencia.

El 7 de diciembre de 1988, luego de una cirugía de próstata y de padecer tuberculosis, fue trasladado a la cárcel Víctor Verster, en donde terminaría de confirmar sus convicciones sobre la necesidad de reconciliarse y perdonar, incluso a quienes lo tuvieron preso más de un cuarto de siglo.

El 11 de febrero de 1990 Mandela, de 71 años, salió de prisión cuando el entonces presidente sudafricano, Frederik Willem de Klerk, el último mandatario blanco de dicha nación, levantó los cargos contra él y otros integrantes de distintos movimientos de liberación tras varias negociaciones. “Al fin libres, al fin libres”, fueron sus primeras palabras. (Especial )

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